Por José Luis Reyes.

En un ecosistema con cuerpos de agua siempre habrá una gran diversidad de especies, aún en zonas urbanas, aseguró el doctor Alejandro Federico Alva-Martínez, profesor del Departamento de Hidrobiología en la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), quien agregó que estos sistemas hídricos –dulces o salados– son poco profundos y tienen una interacción permanente con el suelo.

En esa labor, el doctor Alva-Martínez y un equipo de especialistas trabajaron en un proyecto de rejuvenecimiento total del ecosistema apostando a recrear las condiciones del pasado mediante la restauración del medio original y la restitución del entorno para aves; un reto complicado ya que hay pocas investigaciones sobre rescate de humedales.

Al conservar las plantas acuáticas dominantes con acequias y con el lago, aumentaría la cantidad de biodiversidad, por lo que procuraron también cuidar la calidad del agua de los contaminantes del medioambiente.

El académico explicó que, a partir del ecosistema degradado, realizaron la gestión de recursos y especies incorporando plantas nativas, con base en un estudio sobre la zona –publicado en 1884– que refería la profundidad de los cuerpos de agua y las especies que ahí habitaban.

Los humedales que no se conservan de manera adecuada tienden a azolvarse, se secan y entonces se forman bosques con especies endémicas, “como el paisaje que podemos vislumbrar hoy en Xochimilco”.

El investigador sostuvo que a principios del siglo pasado se decidió que el lago de Xochimilco abastecería del vital líquido a la Ciudad de México y esta sobreexplotación del manto acuífero hizo desaparecer muchas chinampas y fue inevitable el desecamiento de su lago.

En 1989 el Diario Oficial de la Federación decretó el plan de rescate ecológico de Xochimilco, y en marzo de 1990 comenzó la construcción de bordos delimitantes de la ciénaga chica y grande de la zona; para 1991 se inició la creación del Parque Ecológico de Xochimilco y el mercado de plantas. Actualmente ya pueden verse algunos beneficios de la rehabilitación de esta área, en gran parte resultado del proyecto que se terminó hace un año.

Al observar las condiciones biológicas de los cuerpos de agua que se preservaban desde mediados del siglo XIX, se apreció que eran dulces, claras y limpias, con una profundidad de 2.85 metros y con una gran diversidad de flora y fauna, pero para el siglo XX muchos de los espacios lacustres del lugar se convirtieron en áreas de cultivo.

La Convención Relativa a los humedales a nivel internacional, conocida como Convenio de Ramsar, estableció la importancia de lograr que las ciénagas sean tratadas no sólo como zonas para la conservación de la naturaleza en sí, sino como elementos clave dentro de la infraestructura urbana de gestión de los recursos hídricos.

También consideró utilizar los humedales como sistemas de tratamiento de aguas residuales para mitigar los efectos de la sedimentación y contaminación en el medio urbano mediante la mejora del saneamiento, sin que se comprometa en forma significativa su capacidad de ofrecer otros servicios ecosistémicos y siempre y cuando no provoque efectos adversos al entorno.

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