La conmemoración de las festividades en torno a la Semana Santa, además de significar un periodo de reflexión para la fe cristiana o de esparcimiento y relajación para otros, representa para nuestro sector una mayor dinámica económica, por el alza en la demanda de pescados y mariscos.


Cifras de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural señalan que durante los meses que tiene lugar la Cuaresma, las y los pescadores mexicanos obtienen en promedio 480 mil toneladas de estos productos, es decir, la cuarta parte del volumen anual total, una cifra significativa para tomar en cuenta.


De dicho total, la producción de especies de temporada es de siete mil 352 toneladas, con mayor presencia de mojarra, atún y camarón.
Así, los pasillos de centros de abasto, como el de La Viga en la Ciudad de México o el de Zapopan, se inundan de “marchantes” en busca de calidad y buenos precios, para disfrutar con amigos y familia de una curvina, tilapia, ostión, trucha, mojarra, jaiba, robalo, guachinango, pulpo o langosta, que se pueden preparar en caldo, fritos, empanizados o como ceviche, entre otros.


Y es que, las especies que provienen de nuestros mares, cuerpos de agua dulce, ríos y lagos, además de la acuacultura y la maricultura, ofrecen buen sabor y aportan vitaminas D y B2, calcio, fósforo, hierro, zinc, yodo, magnesio y potasio.


También, tienen ácidos grasos omega-3, que son aquellos nutrientes que no los produce el cuerpo y que se deben obtener a través de los alimentos para tener un corazón y cerebro saludables.


Sin embargo, el consumo de pescados y mariscos en México aún es bajo, de sólo 13.8 kilogramos anuales, a pesar de sus precios accesibles, su fácil preparación y sus beneficios a la salud.


El reto que tiene la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca), es que el consumo de estos productos se extienda a todo el año y que sea una proteína que iguale al pollo, que es lo que más se consume en el país.


Comer pescados y mariscos no debe ser sólo por tradición, el organismo debe echar a andar una amplia campaña donde informe a los consumidores qué productos están disponibles, por región o por temporada, para obtener del beneficio del precio y la disponibilidad.
También, el organismo que está prácticamente desaparecido, debe apostarle a la maricultura, una actividad poco desarrollada en el país, pero que puede hacer crecer la producción nacional en casi dos millones de toneladas adicionales.

Así, la pesca, acuacultura y maricultura mexicanas representan no solo un potencial de crecimiento económico, sino un recinto de sabor y nutrientes y un pilar de soberanía y seguridad alimentaria para el país. Esperemos que la Conapesca de señales de algún tipo de actividad, en beneficio de nuestros productores.


LUIS P. CUANALO

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